Preparar el espresso: Comienza preparando un espresso con café de especialidad, preferentemente de origen único, recién molido. El café de especialidad se caracteriza por tener un perfil de sabor limpio, con notas bien definidas que varían dependiendo de la región de cultivo. Utiliza agua filtrada y asegúrate de que la temperatura de la máquina de espresso esté entre 90-96°C para extraer lo mejor de los granos.

Espumar la leche: En una jarra, calienta la leche sin que llegue a hervir preferiblemente a 65°C. Utiliza un vaporizador de leche para darle una textura suave y cremosa, como la de una espuma densa. Si no cuentas con vaporizador, puedes batir la nata con un batidor manual (prensa francesa) o eléctrico hasta conseguir una textura espesa.

Montar la bebida: En una taza grande, vierte el espresso caliente. Luego, añade el licor de café, que aportará un toque dulce y afrutado, complementando las notas de sabor del café de especialidad, como las notas de chocolate o frutos verdes que aparecen en café Canabella con un perfil de acidez balanceada. Si prefieres un toque más dulce, puedes agregar azúcar al gusto.

Añadir la crema: Vierte la crema batida cremosa sobre el espresso con licor, ayudándote con una manga pastelera si usas crema fresca recién batida para que quede mejor la presentación. La capa de crema debe quedar encima del café, creando un contraste visual con el café oscuro debajo.

Decoración: Para finalizar, espolvorea un poco de cacao en polvo o virutas de chocolate por encima de la crema. Si prefieres un toque extra de suavidad, unas gotas de extracto de vainilla en la crema batida puede acentuar la riqueza del café y el licor.